Camino...
El desafío es intelectualmente irresistible: enfrentar los más profundos enigmas de la existencia. Desde siempre, ése ha sido el motor de la astronomía. Una ciencia que nació en el mismo momento en que alguien, por primera vez, y quién sabe cuándo o dónde, levantó la vista al cielo con mirada curiosa y temeraria. Durante los últimos siglos, y a fuerza de inteligencia y astucia, la especie humana ha logrado acercarse a las extraordinarias leyes y mecanismos que se esconden dentro de la maquinaria del universo. La misma maquinaria que, entre otras cosas, permitió nuestra fortuita aparición. Ahora sabemos que el lugar donde vivimos es un minúsculo mundo de roca y metal, que forma parte de un modesto sistema planetario, perdido a su vez en los arrabales de una galaxia cuyas dimensiones se nos escapan conceptualmente, pero que casi no cuenta en un mar de espacio prácticamente vacío, y que sólo está salpicado, muy de tanto en tanto, por miles de millones de galaxias. [Pagina12]
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